No Era No

No nunca hubo una vez, un humano. Un humano que siempre fue bueno con las matemáticas.

No nunca hubo una vez, un humano. Un humano que siempre fue bueno con las matemáticas. Un humano que le han dicho muchas veces que era un genio. Pero él no lo creía, en cambio prefería pensar que todos eran buenos en sus cosas. Pero luego de escucharlo y vivirlo miles de veces, terminó auto convenciéndose a si mismo de que era muy bueno para eso, para pensar y razonar, y que por lo tanto, como dice el dicho, si es que existe uno, no para escribir. Se convenció de que lo suyo era la lógica y no la literatura. Se convenció de que era pésimo para memorizar y recordar cosas. Pero más que convencerse de sus habilidades, se convenció de sus defectos.

Y tan equivocado no estaba, era lento para leer y para recordar nombres.

Además de los números, le interesaba dibujar, y aunque en realidad no era muy bueno, resaltaba dentro de su circulo de compañeros y amistades. Una profesora una vez le dijo que la gente que es buena con lo algebraico, desarrollaba mejor el hemisferio analítico del cerebro, y que por lo tanto, era raro que también sean buenos en lo artístico. Y eso lo hizo sentir especial.

El humano se hizo más humano, y mientras más desarrollaba sus virtudes, más se inhibía con el resto de sus defectos.

Llegó a tener un pensamiento bien estructurado, dibujaba de vez en cuando y poco a poco fue encontrando su propio estilo, hasta leyó unos cuantos libros y aprendió un par de idiomas.

Pero no nunca se animó a escribir.